Oportunidad perdida

23 Febrero 2003

23 de febrero, 2003, en Página 12 (Argentina), Alan Cibils

Oportunidad perdida

Por Alan Cibils

Página 12 (Argentina) —  23 de febrero, 2003

Véalo en el sitio original

El gobierno de Duhalde logró su principal objetivo en materia de política económica: firmar un acuerdo con el FMI. Es un acuerdo que la Argentina no solamente no necesitaba, sino que la perjudica desde el punto de vista de solucionar los problemas reales del país, como son el hambre, el desempleo y la inequidad. El acuerdo, según lo describió Lavagna, es “de manual”, descripción que estaba en lo cierto, dado que el acuerdo contiene la imposición de políticas de neto corte recesivo en materia fiscal y monetaria típicas del FMI. El acuerdo también demuestra que nada ha cambiado en el Fondo ya que, al recetar el mismo tipo de política que durante los ‘90, no admite haber cometido errores y, peor aún, vuelve a repetirlos. A saber:

  • Ajuste: El Gobierno se compromete a obtener un superávit primario (antes del pago de intereses de la deuda) de 2,5 por ciento del PBI, del cual 2,1 corresponde al gobierno nacional y 0,4 a los gobiernos provinciales. Esto representa una reducción del gasto primario nacional (excluyendo transferencias a las provincias) de 1,5 por ciento del PBI respecto al 2002. Es más, la intención explícita del acuerdo es que el superávit primario sea aún más grande en los años venideros. Es claro que la intención del FMI es, como siempre, que Argentina pague su deuda.
  • Política monetaria: Lavagna enfatiza que no habrá contracción monetaria. Sin embargo, el acuerdo dice explícitamente que luego de una expansión en febrero y marzo la base monetaria ajustada deberá volver a los niveles de fines de diciembre, lo que significa una contracción de 850 millones de pesos. Es difícil entender la razón para una política monetaria tan ajustada, dado que no hay indicios de que la expansión monetaria se esté trasladando a los precios, y dado que hay un alto porcentaje de factores de producción ociosos.
  • Política cambiaria: Además de un tipo de cambio totalmente flexible, se estipula la gradual eliminación de los controles de capitales impuestos ante la disparada del dólar. Esto a pesar de que los controles cambiarios fueron muy efectivos en frenar la suba del dólar durante el 2002. Por ideología, el FMI prefiere un tipo de cambio totalmente flexible, aunque hay un amplio consenso fuera de la ortodoxia neoliberal de que un régimen intermedio (flotación sucia) es preferible. En resumidas cuentas, el FMI vuelve a imponer un marco que favorece la especulación financiera (la libre entrada y salida de capitales) y la inestabilidad macroeconómica (tipo de cambio flexible).
  • Reforma bancaria: Se estipula el comienzo del proceso para la eventual privatización de los tres principales bancos públicos. La razón que da Lavagna para privatizar la banca pública es que se mejorará la eficiencia y transparencia de los bancos cuando éstos coticen en bolsa. Sin embargo, cotizar en bolsa no es en absoluto garantía ni de transparencia ni de eficiencia, como los casos de Enron y Worldcom, entre otros ejemplos recientes, lo demuestran. Lo que sí garantizaría eficiencia y transparencia es mejor supervisión y regulación prudencial, con participación amplia del Estado y la sociedad.
  • Deuda pública: La deuda pública, luego de una expansión de 105.000 millones de pesos por bonos emitidos a entidades financieras por los efectos sobre sus balances de los amparos y la pesificación e indexación asimétricas, será de un total de 612.000 millones de pesos. Esto equivale, según algunos cálculos, a aproximadamente el 150 por ciento del PBI.
  • Soberanía: Si bien es un problema político, no es menor, ya que la Argentina avanza hacia un estado de gerenciamiento por el FMI, como lo habían propuesto Dornbusch y Caballero.

Daba la impresión de que Lavagna lograría un acuerdo que, si bien nunca sería favorable, no sería una capitulación casi total como el firmado. Las condiciones estaban dadas: habían indicios de recuperación en algunos sectores de la economía, el G7 estaba haciendo lobby a favor de laArgentina (no por altruismo, como el aumento de tarifas demuestra), y la Argentina estaba al borde de entrar en cesación de pagos con el mismo FMI, lo que perjudicaría la imagen de la institución como organizadora del cartel de acreedores.

Entonces, ¿por qué la capitulación a último momento? En parte, por las aspiraciones políticas tanto de Duhalde como de Lavagna, ya que ninguno querría pasar a la historia como el que llevó al país a la cesación de pagos con el Fondo. Por otro lado, por presión del establishment, dado que el acuerdo contiene jugosos beneficios tanto en compensación por la pesificación e indexación asimétricas, como por futuros negocios posibles con la privatización de la banca pública. Lo más probable es que haya sido una combinación de ambos factores.

Se desprende de lo ocurrido que no existe un acuerdo “favorable” con el Fondo. Está claro que al Fondo lo único que le interesa es que Argentina pague. La conclusión obvia es que la única salida posible de la crisis es a través de una moratoria generalizada sobre la deuda, inclusive la del FMI, el Banco Mundial y el BID. Sólo entonces podrá la Argentina usar los recursos que genera a través de sus superávit primario y comercial para una reactivación que privilegie una distribución más equitativa del ingreso, generación de empleo, reactivación de la demanda y políticas de mediano y largo plazo para el desarrollo. En este sentido, el gobierno de Duhalde desperdició una oportunidad histórica.


Alan Cibils es economista, investigador asociado al Center for Economic and Policy Research de Washington DC. 

Support Cepr

APOYAR A CEPR

If you value CEPR's work, support us by making a financial contribution.

Si valora el trabajo de CEPR, apóyenos haciendo una contribución financiera.

Donate Apóyanos

Suscríbase a las últimas noticias