Una visión tergiversada de la libertad de prensa en Venezuela

07 Agosto 2009

4 de agosto, 2009, Mark Weisbrot   En inglés

4 de agosto, 2009, The Guardian Unlimited

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En inglés

Nota:  Poco tiempo después de la publicación de esta columna, miembros de la Comisión de Medios de la Asamblea Nacional de Venezuela anunciaron que no iban a incluir la propuesta controvertida sobre crímenes mediáticos en la agenda legislativa.

Denis MacShane ataca a la izquierda británica por defender al presidente venezolano Hugo Chávez ante la agresión de los medios de comunicación, de los “Nuevos Guerreros Fríos”, y los demagogos de extrema derecha de todo el mundo. Su truco retórico es tratar de manchar la izquierda con una nueva ley sobre los medios de comunicación que actualmente esta siendo debatido en el Poder legislativo de Venezuela, afirmando que la propuesta de ley “impondría penas de prisión de hasta cuatro años para los periodistas cuyos escritos divulguen información en contra de ‘la estabilidad de las instituciones de la estado’.”

Sin duda se trata de una mala ley. Hay varias leyes defectuosas en Venezuela, y, de hecho, numerosos países de la región hay leyes de “desacato” que convierten en delito el insultar al Jefe de Estado. ¿Acaso los blancos de MacShane – como Ken Livingstone y Richard Gott – apoyan esas leyes? Apostaría mucho dinero a que no lo hacen. Por lo tanto, su principal línea de ataque es, si no francamente deshonesta, al menos engañosa.

MacShane también tergiversa la realidad de la libertad de prensa en Venezuela. De hecho, hay mucha más oposición al gobierno nacional en los medios de comunicación en Venezuela que en los Estados Unidos, y un espectro de debate mucho mayor en los principales medios. Esto se puede observar simplemente analizando la cobertura de los más importantes medios de comunicación en ambos países. En los EE.UU., por ejemplo, ni siquiera los comentaristas de derecha más agresivos, tales como Rush Limbaugh y Sean Hannity,  propondrían la idea de que el Presidente debería ser linchado. Sin embargo, Globovisión, una de las redes de televisión con mayor audiencia en Venezuela, tuvo un programa en el cual un invitado propuso precisamente eso.

Y no se trata de un ejemplo aislado en Venezuela. Los medios de comunicación allí emiten frecuentemente informes y comentarios que no estarían permitidos aquí bajo las normas de la agencia estadounidense que regula las telecomunicaciones (FCC por sus siglos en ingles.) Y la gran mayoría de los medios de comunicación en Venezuela sigue siendo controlada por la oposición de derecha. Este hecho fue ocultado en una nota al pie de página de un informe de Human Rights Watch de 230 páginas, muy sesgado y engañoso, sobre los derechos humanos en Venezuela. La nota reconoce que RCTV, que perdió su licencia de transmisión debido a una larga lista de delitos que habrían resultado en el encarcelamiento de sus propietarios en los Estados Unidos, aun tiene una audiencia por cable mayor a la que tiene toda la televisión estatal venezolana combinada.

Si Estados Unidos tuviera unos medios de comunicación como los de Venezuela, el presidente Obama no podría haber sido elegido nunca. Eso se debe a que la mayoría de los estadounidenses hubieran creído, como hacen algunos deudores de algunas fuentes de derecha, que es un musulmán que no nació en Estados Unidos. Imagínese a Fox News y al Washington Times como medios mayoritarios en los EE.UU. – esa es la realidad en Venezuela, sólo que los medios son más políticos y menos precisos que nuestros mayores medios de derecha.

¿Qué sucede cuando nuestros principales medios amenazan con traspasar la línea y convertirse en actores políticos? Casi nunca lo hacen, pero dos semanas antes de la elección presidencial del 2004 en EE.UU., el Sinclair Broadcast Group de Maryland, que posee la mayor cadena de estaciones de televisión en EE.UU., decidió difundir una película que acusaba al candidato John Kerry de traicionar prisioneros de EE.UU. en Vietnam.

Diecinueve senadores demócratas enviaron una carta a la FCC solicitando una investigación, y algunos hicieron declaraciones públicas sobre que la licencia de emisión de Sinclair podría estar en peligro si continuaba con sus planes. Sinclair se echó por atrás y decidió no transmitir la película.

Los medios de comunicación venezolanos no observan limites como en EE.UU.  Por supuesto esto no justifica esta nueva propuesta de ley, que es muy mala. Pero tampoco justifica la tergiversación generalizada de la realidad de la libertad de prensa en Venezuela. (Incluso si esta nueva ley se aprobara, tendría poco o ningún efecto, ya que no se aplicaría y probablemente sería declarada inconstitucional por la Corte Suprema del país.) Venezuela no es Colombia, donde los periodistas tienen que huir del país temiendo por sus vidas cuando el presidente les denuncia.

MacShane se aprovecha del hecho de que después de 10 años de tergiversación por parte de los medios sin una contraparte significativa, cualquier persona puede decir lo que sea sobre Venezuela y Chávez sin ser criticado. Un grupo de especialistas de América Latina recientemente compró un anuncio de página completa en el Colombia Journalism Review para llamar la atención sobre las absolutas mentiras de Associated Press.

Mis felicitaciones a los británicos de izquierda por no contribuir a este McCarthismo básico. Necesitamos más de este tipo de valentía en el mundo.


Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C.  Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es coautor, junto con Dean Baker, del libro Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000), y ha escrito numerosos informes de investigación sobre política económica.  Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.

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