Autoridades europeas aprovechan la "crisis" para aplicar "reformas" regresivas

12 Julio 2010

Mark Weisbrot
The Guardian Unlimited, 09 de julio, 2010
En Inglés

Hay que aclarar algo con respecto a la situación que enfrentan las economías de la zona euro; algo que no estaría claro si uno sólo dependiera de la mayoría de los medios.  No se trata de una situación en la que países enfrentan un “dilema” porque han gastado demasiado y acumulado demasiada deuda pública.  No enfrentan “decisiones difíciles” que les obligarán a cortar el gasto público y aumentar los impuestos cuando la economía sigue decaída o en recesión para “tranquilizar los mercados financieros.”

En realidad, lo que está sucediendo es que intereses poderosos dentro de estos países—incluyendo España, Grecia, Irlanda y Portugal—se están aprovechando de la situación para implementar cambios que siempre han querido realizar.  Más importante quizás, las autoridades europeas—incluyendo la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, quienes controlan los fondos de rescate – están aun más comprometidas que los gobiernos nacionales con una agenda de cambios políticos de índole derechista.  Y además tienen aun menos responsabilidad frente al electorado.

En el libro “Trece banqueros,” escrito por Simon Johnson (ex director de estudios económicos en el FMI) y James Kwak, los autores describen las crisis de los mercados emergentes en los ‘90 y destacan que Washington las utilizó para promover los cambios que quería: “cuando una elite económica existente ha causado una profunda crisis, es hora de realizar un cambio.  Y la misma crisis presenta una única oportunidad para lograr el cambio.”  Naomi Klein (“La Doctrina del Shock”) ofrece una excelente historia de cómo las crisis han sido utilizadas para introducir o consolidar “reformas” económicas regresivas e impopulares.

Esto es lo que está sucediendo en las economías de la zona euro, aunque el impacto de la “crisis” ha sido exagerado en la mayoría de los casos.  España es un buen ejemplo.  El cuento de que España se metió en problemas debido a gastos públicos excesivos simplemente no tiene base en la realidad.  Mientras su economía crecía entre 2000 y 2007, España rápidamente redujo su deuda pública bruta de59 a 36 por ciento del PIB, y registró excedentes presupuestarios en los tres años previos a la crisis de 2008.  La crisis fue desatada por el colapso de una gran burbuja inmobiliaria en España, y además una gran burbuja bursátil: el mercado de valores se hundió de 125 por ciento del PIB en noviembre de 2007 a 54 por ciento del PIB un año más tarde.  El colapso de ambas burbujas tuvo un grande impacto en la reducción del gasto privado.  La recesión mundial añadió más choques externos a la economía española.

España solo debe amortizar 61 mil millones de euros de deuda este año; las autoridades europeas podrían garantizar esto fácilmente si quisieran evitar un posible aumento de la tasa de interés de la deuda española.  Sin fuertes alzas en la tasa de interés, la deuda española es bastante sustentable ya que empezó con un nivel de deuda neta de tan solo 45,8 por ciento del PIB en 2009, y los pagos de interés solo llegan al 1,8 por ciento del PIB.  (La mayoría de reportajes utilizan la deuda bruta del país, pero la deuda neta es un mejor indicador.  La deuda bruta incluye deuda que el gobierno debe a si mismo y que, por lo tanto, sus pagos de interés no contribuyen a la carga de endeudamiento del país.)

Por supuesto, el gobierno español tiene un gran déficit presupuestario de alrededor de 9 por ciento del PIB este año, y esta situación no puede seguir indefinidamente.  Y no lo hará.  La mayoría del déficit se encogerá a través del proceso reverso que causó su aumento: cuando crezca la economía los ingresos tributarios se elevarán, el gasto en “estabilizadores automáticos” como los pagos por el desempleo se reducirán, y la deuda caerá en relación a la economía, que es lo que importa.  No tiene sentido cortar el gasto público y aumentar los impuestos ahora cuando la economía sigue tan débil, la inflación es negativa, y existe un serio riesgo de caer de vuelta en recesión.

A menos que el objetivo sea  reducir los salarios y beneficios del sector público, debilitar a los sindicatos, redistribuir los ingresos hacia arriba, y reducir el tamaño del gobierno—entonces no hay momento como ahora para lograr estas “reformas.”  Tenemos un problema político similar, pero aun no tan serio, aquí en los Estados Unidos: los fanáticos del déficit están armando una campaña para cortar el sistema de seguridad social, aun cuando puede cumplir con todos sus pagos por los próximos 33 años.

Irónicamente, los que quieren aprovecharse de la “crisis” en España están aumentando  el riesgo de generar problemas más serios con la deuda, ya que la carga de endeudamiento aumentará si la economía de nuevo cae en recesión o años de estanflación debido a sus medidas de ajuste fiscal.  Pero están dispuestos a tomar estos riesgos para cumplir sus objetivos políticos.


Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es coautor, junto con Dean Baker, del libro Social Security: The Phony Crisis (University of Chicago Press, 2000), y ha escrito numerosos informes de investigación sobre política. económica. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.

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