Recomponer la economía venezolana

08 Febrero 2016

Mark Weisbrot
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¿Qué se puede hacer para recomponer la economía venezolana? Para la mayoría de los comentaristas, la pregunta no cabe. Esto incluye a la oposición venezolana, que por razones obvias, no está interesada en una recuperación económica mientras no logre llegar al poder. La mayor parte de los medios de comunicación se ubica en el mismo bando. Para ellos, la economía venezolana está quebrada; el colapso final es inminente e inevitable.

Pero echemos un vistazo a las cifras. Las mejores estimaciones y previsiones con respecto a la economía venezolana han salido del Bank of America Merrill Lynch (BOA). A diferencia del FMI, cuyas previsiones para el PIB del año 2015 estaban fuera de lugar, BOA sí dio en el blanco. (Empleando un modelo estadístico, BOA incluso predijo correctamente los resultados de las elecciones de diciembre a la Asamblea Nacional).

BOA estima que Venezuela cuenta con un déficit de financiación del sector público de alrededor de $ 24 mil millones de dólares para el año en curso, de los cuales cerca de $ 5 mil millones serían cubiertos por préstamos chinos. En cuanto a la economía en su conjunto, el déficit por cuenta corriente fue de unos $ 18 mil millones durante el año pasado. BOA también estima que el gobierno cuenta con unos $ 60 mil millones en activos que podría vender a cambio de dólares, incluyendo sus reservas internacionales. Por lo tanto, el país aún no está en la quiebra: todavía se dispone de al menos un año más para hacer que la economía revierta su rumbo, o quizás de más tiempo aún, dependiendo de los precios del petróleo.

A continuación, un breve resumen de algunos posibles pasos hacia la recuperación económica:

1.    Como se pudo ver anteriormente, la economía está marcada por grandes desequilibrios que tendrán que ser paliados. Por lo tanto, lo primero que se debe garantizar es que venezolanas y venezolanos pobres, trabajadoras y trabajadores, no sufran a causa de cualquier ajuste. Esto implica la creación de un sistema para asegurarse de que los alimentos, las medicinas y otros productos esenciales estén disponibles a precios accesibles. Son muchos los gobiernos que cuentan con este tipo de sistema — incluyendo los EE.UU., donde más de 45 millones de personas reciben bonos de alimentos. El gobierno venezolano ha demostrado que cuenta con la necesaria capacidad administrativa cuando realmente desea aprovecharla; por ejemplo, cuando se trata de organizar elecciones nacionales. El año pasado, incluso logró reducir significativamente la cantidad de dólares que se pierden producto de la fuga de capitales, lo cual es sorprendente, dado el incentivo para los abusos en el marco del actual sistema cambiario. El gobierno también cuenta con el dinero necesario para la implementación de un tal mecanismo. Por lo tanto, es ampliamente posible establecer un sistema tipo bonos de alimentos, que permita proteger a las personas de los aumentos en los precios y eliminar la escasez.

2.    Una vez establecido dicho sistema, el gobierno puede unificar el tipo de cambio, a modo de corregir el desequilibrio más dañino en la economía, pues ha causado una espiral inflación-depreciación desde finales de 2012. La creciente tasa en el mercado negro dispara la inflación, lo cual a su vez incrementa el precio del dólar en el mercado negro, en lo que equivale a un continuo ciclo vicioso.

La más rápida y mejor manera de romper este ciclo es permitir la flotación de la moneda. No sabemos dónde reposaría, pero probablemente se ubicaría entre los 150 y 200 BsF. por dólar — muy lejos de la actual tasa del mercado negro. Aunque una devaluación de este orden provocaría cierta inflación, en cuatro de las últimas cinco devaluaciones en Venezuela, el resultante aumento en la inflación había desaparecido en menos de un año. Tan sólo la última devaluación, que se dio en medio de una espiral inflación-depreciación, contribuyó a un aumento persistente de la inflación. Sin embargo, la unificación del tipo de cambio rompería esta espiral y pondría fin al mercado negro.

Una vez que la moneda comience a estabilizarse, una gran cantidad de dólares retornaría al país, ya que todo sería barato para quienes poseen divisas. Eso fue lo que ocurrió en Argentina en el año 2002, luego de una gran devaluación. Posteriormente, el gobierno argentino manejó el tipo de cambio a niveles realistas durante los próximos seis años, y la economía creció muy rápidamente (Los medios de negocios habían anticipado una hiperinflación y la persistencia de una depresión profunda). Cualquier devaluación en Venezuela que no rompa la espiral de inflación y depreciación conducirá probablemente a una crisis continua en la balanza de pagos y generaría más inflación.
Al unificar el tipo de cambio hacia un nivel realista y romper la espiral de inflación-depreciación, el gobierno también podrá evitar la pérdida de preciosas reservas en defensa de una moneda sobrevaluada. Se pondrá así fin a las crisis crónicas en la balanza de pagos, así como a buena parte de la corrupción generada por la sobrevaluación de los tipos de cambio oficiales.

3.    Una vez que se tomen estas medidas, y los consumidores estén protegidos contra un aumento en los precios de artículos de primera necesidad, el gobierno puede comenzar a levantar ciertos controles disfuncionales con respecto a precios, incluyendo el que permite un suministro esencialmente gratuito de la gasolina. Esto supone un ahorro de miles de millones de dólares en divisas que se pierden por vía del contrabando.

4.    Adaptarse a unos precios del petróleo más bajos en el mediano y largo plazo implica una diversificación de la economía más allá del petróleo. En el año 2011, Venezuela importó cerca del 24 por ciento de sus alimentos. No obstante, el país podría llegar a ser casi autosuficiente en la producción de alimentos y llevar a cabo otras estrategias de sustitución de importaciones y de diversificación, lo cual se haría más factible con una moneda de menor valor oficial.

El gobierno tendrá que tomar medidas adicionales para reducir la inflación, y existen muchas políticas más que pueden contribuir al crecimiento y al desarrollo económico. Pero urge ante todo estabilizar la economía, a modo de poner fin a las crisis en la balanza de pagos y a la escasez crónica, junto a la recesión de los últimos dos años.


Mark Weisbrot es codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (Center for Economic and Policy Research, CEPR) en Washington, D.C., y presidente de la organización Just Foreign Policy. También es autor del nuevo libro “Fracaso. Lo que los expertos no entendieron de la economia global” (2016, Akal).

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