El electorado de España rechazó al bipartidismo que dispuso la austeridad y el desempleo masivo

04 Enero 2016

Mark Weisbrot
Público, 25 de diciembre, 2015

HuffPost Voces, 5 de enero, 2016
Primer Momento, 4 de enero, 2016
Últimas Noticias, 3 de enero, 2016
Huffington Post, 23 de diciembre, 2015
Al Jazeera America, 23 de diciembre, 2015

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Las elecciones del pasado domingo en España, en las cuales sufrieron grandes descalabros los dos partidos que han gobernado el país durante más de tres décadas, tienen importantes consecuencias para el futuro no sólo de España sino de Europa. Representan un ejemplo más de por qué y cómo la Eurozona permanece en estado de agitación política, seis años después de la recesión mundial. La política económica europea ha fracasado totalmente, incluida la austeridad — que es el motivo por el cual la Eurozona registra índices de desempleo más de dos veces mayores que los de Estados Unidos. Pero los funcionarios que deciden la política económica no están ofreciendo alternativas viables; por el contrario, quieren más ajustes fiscales y cambios regresivos.

El gobernante Partido Popular (PP), de derechas, bajo el liderazgo del crecientemente impopular Mariano Rajoy, obtuvo 123 escaños o el 28.7% del Parlamento compuesto de 350 miembros. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de centro-izquierda, que fue derrotado por el PP en 2011 por haber respaldado la austeridad, obtuvo 90 escaños. Puesto que ninguno de los dos partidos está siquiera cerca de la mayoría simple, está por verse aún si será posible formar un gobierno estable.

Aunque la economía española ha estado creciendo desde hace un año y medio, esa recuperación no ha permeado a la mayoría de la población. El desempleo llega al 21,6%, uno de los más altos de todos los países desarrollados, y asciende al 47,7% entre los jóvenes. Cerca del 60% de quienes están sin trabajo son desempleados de larga duración, que llevan parados más de un año. Desde 2007, más de 3 millones de personas se han sumado a las filas de quienes corren riesgo de caer bajo la línea de pobreza y de exclusión social.

El primero en aguarle la fiesta al bipartidismo fue Podemos, que sorprendió a las empresas encuestadoras obteniendo 69 escaños en las votaciones del domingo pasado. Podemos es un partido de izquierdas que tiene menos de dos años de vida, surgido de las protestas de masas contra la austeridad, el desempleo y la corrupción del PP (y del propio Rajoy). Bajo el liderazgo de Pablo Iglesias, un profesor universitario de 37 años vestido con vaqueros de bajo costo y pelo largo recogido en cola de caballo, Podemos llegó a ser el partido con el mayor número de seguidores en noviembre de 2014. Pero en ese momento apareció un nuevo partido, del que a veces se habla como “el Podemos de la derecha“. En base a astutas estrategias de mercadeo y apelando a atraer a la juventud, Ciudadanos ascendió rápidamente al estrellato mediático y terminó consiguiendo 40 escaños en estas elecciones. Pero el Podemos de la izquierda fue el que ofreció un programa económico alternativo al fracaso actual, que incluye medidas para incrementar el empleo, la inversión pública y las oportunidades educativas, así como una reforma fiscal progresiva y el fin de la austeridad.

Aun cuando hay otros asuntos políticos de interés en juego, por ejemplo la cuestión de la independencia de Cataluña, la economía es el gran tema. España acumuló una enorme deuda privada (no pública) en el período previo a la crisis financiera mundial y la recesión, y su burbuja inmobiliaria era aún más grande que la de Estados Unidos, correlativamente al tamaño de su economía. España fue duramente golpeada cuando estalló su burbuja inmobiliaria (y su bolsa de valores). Pero tras algunas medidas iniciales de estímulo en 2009, el gobierno fue presionado por las autoridades europeas a adoptar políticas de austeridad que empujaron a la economía de vuelta a la recesión y el desempleo creciente.

Un aspecto central de la política de austeridad es lo que los economistas denominan “devaluación interna”. Dado que el país había adoptado el euro, no podía devaluar su moneda. Pero si puede rebajarle efectivamente su valor (en términos reales) sumergiendo los salarios y bajando la inflación. Para lograr eso se requiere que haya desempleo masivo y recesión, algo que el gobierno promovió exitosamente. La desaceleración también barrió con las importaciones debido al desplome del gasto interno, que contribuyó a reducir el déficit comercial. Es obviamente una estrategia brutal, pero a los españoles se les dijo que no había otra alternativa mientras se mantuvieran en la Eurozona.

El gobierno del PP también recortó el gasto social y modificó la legislación laboral para restringir el poder de negociación de los trabajadores. Y para enfrentar la protesta, aprobó una “ley mordaza” contra concentraciones no autorizadas, con multas de hasta $650.000, y se tornó crecientemente represivo.

El PP seguirá siendo por ahora el partido más numeroso en el nuevo Parlamento. Pero lo más significativo de la votación fue realmente el rechazo del electorado a la austeridad y la política actual de la Eurozona. Con la economía del país creciendo, el PP trató de convencer a los votantes — en consonancia con las autoridades de la Eurozona y el FMI — de que la austeridad estaba finalmente “funcionando”. La gran mayoría de los votantes rechazó ese argumento, y tenían razón. Las cifras indican [PDF] en realidad que el retorno reciente a la senda del crecimiento fue consecuencia fundamentalmente de la distensión presupuestal que dispuso el gobierno el año anterior a las elecciones, así como de factores externos: la caída de los precios del petróleo (que les dejó a los consumidores más dinero para gastar), la decisión del Banco Central Europeo de bajar las tasas de interés (mediante una expansión monetaria cuantitativa), y la depreciación del euro (que contribuye a bajar las importaciones y aumentar las exportaciones). Además, según estimaciones del FMI, cuando la economía española haya recuperado el “pleno empleo” dentro de algunos años, de todos modos habrá más de 16% de desempleo.

Claro está que el electorado en Grecia rechazó la austeridad en enero, y de nuevo arrolladoramente en junio en un referendo nacional, aunque las autoridades europeas a la postre se la impusieron a la fuerza. Pero la economía griega representa menos del 2% de la Eurozona, y los nuevos conductores del gobernante partido de izquierdas Syriza — aunque se opusieron categóricamente a la austeridad — dejaron claro que nunca abandonarían la Eurozona, no importa cuán severamente fuesen castigados. España, que es la cuarta mayor economía de la Eurozona, tiene potencialmente un poder de negociación mucho mayor.

El rechazo del electorado español a la tesis de Rajoy de que deben mantenerse fieles al programa de austeridad porque “está funcionando”, es un mensaje de vital importancia para toda Europa. Y el resultado de estas elecciones podría acercar a España un paso más a la meta de recomponer su economía –con o sin la aprobación de las autoridades europeas.


Mark Weisbrot es co-director del Centro para la Investigación Económica y Política (Center for Economic and Policy Research – CEPR) en Washington, D.C., y presidente de la organización Just Foreign Policy. También es autor del nuevo libro “Failed: What the ‘Experts’ Got Wrong About the Global Economy” (2015, Oxford University Press) (“Errados: en qué se equivocaron los ‘expertos’ acerca de la economía global”).

 

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