Los insoportables costos del imperio

22 Julio 2004

29 de julio, 2004, Mark Weisbrot     En inglés, en BusinessWeek

Los insoportables costos del imperio

Por Mark Weisbrot 

BusinessWeek.com —  29 de julio, 2004

El Establishment ha dado bombo al papel que debe jugar los Estados Unidos como policía global. El problema es que no tiene los recursos para asumir dicha función.

Desde los acontecimientos del 11 de Septiembre del 2001, expresiones como “el imperio americano” o “Estados Unidos, como poder imperialista” se escuchan más frecuentemente. Pero a diferencia de la década de los años sesenta y setentas, cuando dichos términos fueron acuñados sólo por un movimiento interno enfurecido por la guerra o por naciones en vías de desarrollo en debates en las Naciones Unidas, estos conceptos hoy en día tienen arranque en el mainstream del pensamiento crítico. Sí, la idea del “nuevo imperio” ha ganado terreno en el Establishment intelectual, no obstante la hostilidad que genera en gran parte del mundo, incluyendo a países europeos y a otros países normalmente aliados de los Estados Unidos.

La lógica post 9/11 es que los Estados Unidos tiene enemigos terroristas y “estados malignos” que podrían dañar seriamente al país – tal vez incluso con armas de destrucción masiva – si acaso no se hace un control policial sobre el mundo para evitarlo. “Ser un poder imperial es más que ser la nación más poderosa,” escribe Michael Ingatieff del Centro Kennedy de la Universidad de Harvard. “Significa imponer tanto orden como se pueda en el mundo para proteger a los intereses Norteamericanos.”

Sin embargo, lo que la mayoría de los analistas no observaron – ya sea que éstos apoyen la idea del imperio americano o no- es que los Estados Unidos simplemente carece de los recursos económicos suficientes para ser la policía del mundo.

LA DEUDA REAL. En primer lugar, Estados Unidos está entrando en esta nueva era de imperio con una deuda federal bruta más alta como porcentaje del PIB que en los últimos 50 años. Para el año fiscal del 2005, que comienza en Octubre, se proyecta una deuda federal bruta en los Estados Unidos de $ 8,1 trillones, o el 67,5 % del PIB. Cuando había 100.000 tropas americanas desplegadas en Vietnam en el 1965, dicha medida de la deuda representaba el 46,9 % del PIB y se encontraba en disminución.

Un aspecto técnico vital para un análisis económico serio: Lo que realmente importa es la deuda federal total bruta y el déficit total bruto, y no la menor “deuda neta” ni el “déficit presupuestario unificado” que generalmente son citados por la prensa. Por ejemplo, la estimación más corrientemente divulgada del déficit presupuestario anual federal es de $478 mil millones para el 2004. Pero este número es engañoso, pues no incluye los préstamos otorgados por fondos de fideicomiso federales -en su mayoría del servicio de seguridad social del sistema de salud pública.

Pero, el dinero que el gobierno pide prestado del servicio de seguridad social y de otros fondos de fideicomiso, será devuelto con casi un 100% de certeza -tal como lo hace con el dinero que pide prestado cuando le vende bonos a Bill Gates o al gobierno Chino. El déficit presupuestario federal anual es, por lo tanto, de $ 639 mil millones, según las cifras de la Oficina de Presupuesto del Congreso. Esto es el 5,6% del PIB, casi un récord para la época pos-guerra.

LA DEUDA EXTERNA.
Estados Unidos se puede permitir – apenas – su déficit en estos momentos, pero aquello está por cambiar. En primer lugar, los intereses que se cargan a la deuda son manejables en la actualidad debido a las tasas bajísimas de interés. Pero, se espera que la Reserva Federal aumente las tasas de corto plazo a un 2% hacia fines de año. Pero más importante aún, las tasas de largo plazo aumentarán casi con seguridad, incluso más que las tasas de corto plazo porque la inflación se ha acelerado al 4,9% durante los últimos seis meses – un gran salto comparado con el 1,9% registrado en el año 2003.

Si Kerry gana las elecciones y revierte el recorte de impuestos para los hogares con ingresos superiores a los $200.000 al año, tal como lo ha prometido, eso no reducirá el déficit ni al 1% del PIB. Y si cumple con sus promesas en materia de gastos, el entonces mayor dinero recaudado por su nueva política impositiva sería contrarrestado. El presupuesto de Bush, el cual fue descrito recientemente por el presidente del instituto conservador CATO Bill Niskanen, como “un fraude” montado por “republicanos malgastadores”, que podría hacer que los problemas del déficit y de la deuda se empeoren aún más.

Luego, está el problema del endeudamiento -tanto del sector público como privado- de los Estados Unidos con otros países. La mayor parte de la deuda del gobierno está actualmente siendo financiada en el extranjero – especialmente por los bancos centrales de China, Japón y de otros países. Éstas instituciones están deliberadamente comprando dólares para evitar que sus monedas se suben en relación al dólar. Pero no van a mantener a esa política monetaria indefinidamente. Los Estados Unidos se está endeudando con el resto del mundo en más de 600 mil millones de dólares al año y esto no puede seguir por mucho tiempo más.

EL BIG BANG. En algún momento dentro de una década, y más probablemente en los próximos dos años, los inversionistas extranjeros verán que una fuerte declinación del valor del dólar será inevitable y comenzarán a descargar a sus dólares y avales del Tesoro Norteamericano. Como en cualquier burbuja, será mejor que ésta reviente lo antes posible y no más tarde, cuando la burbuja se haga aún más grande. Pero aún así, los ajustes necesarios y el dolor que aquéllos implica ocurrirán igualmente, incluyendo una subida en las tasas de interés y, consecuentemente, una deceleración en el crecimiento económico.

Un menor crecimiento económico también significa un déficit presupuestario federal más abultado. Y el evento que definitivamente disminuirá el crecimiento y elevará el nivel de deuda del gobierno bastante por sobre de las proyecciones actuales sería una crisis de la vivienda, que es otra burbuja por reventar. Los precios de las viviendas en los Estados Unidos han tenido una evolución sin precedentes desde el 1995 en más de 35 puntos porcentuales por sobre de la tasa de inflación. Eso ha creado a más de $3 trillones de papel riqueza que – tal como ocurrió con la riqueza ilusoria por la burbuja en la bolsa de valores- está destinada a desaparecer. Todo esto, también es muy probable que ocurra en los próximos años.

El impacto económico será al menos equivalente al ocurrido con el mercado accionario entre los años 2000 y 2002, que causó la última recesión. Por lo tanto, es bastante probable que haya otra crisis económica en el futuro cercano, y con ello, otro abultamiento del déficit, ya que habrá una menor recaudación y se produciría un aumento de gasto contra cíclico automático.

EL ALZAMIENTO DE CHINA. La combinación insustentable de una deuda pública y una deuda externa resulta mortal y explosiva en sí misma. El aumento de las tasas de interés reales, junto con una amenazante crisis de la burbuja de precios en el mercado de la vivienda, hacen que sea más peligroso aún. Los mercados financieros forzarán la disciplina necesaria si acaso la clase política se resiste a hacerlo, pero de todos modos, los Estados Unidos ya no puede darse el lujo de gastar siquiera los $486 mil millones anuales que gasta en la actualidad para mantener a las fuerzas armadas y los programas de seguridad interna.

Incluso así, este nivel de gasto es insuficiente para mantener al poder de los Estados Unidos en el mundo. Dentro de aproximadamente una década, la economía china sobrepasará a la norteamericana en tamaño. Estados Unidos tiene 100.000 tropas desplegadas en Asia oriental. Si los norteamericanos intentaran mantener su dominio sobre la región -algo que probablemente probaría ser imposible-, haría que el gasto militar aumente con mayor fuerza aún.

Al fondo, el imperio americano es insoportable del punto de vista económico. Dentro de más o menos una década, los Estados Unidos se verá forzado a ser mucho menos preventivo y con una visón hacia fuera también mucho menor, con una política externa más retraída -incluso si el Establishment de la política externa nunca cambie sus visiones o ambiciones.

LA CUENTA REAL. Mientras tanto, el segmento de la sociedad norteamericana que le gustaría ver avances en el sistema de salud pública, educación, superación de la pobreza o cualquier otra meta económica o social tendrán malas noticias. La visión de futuro es bastante diferente de lo que fue durante la mayor parte de la época pos-guerra, período durante el cual los Estados Unidos implementó programas tales como Medicare y Medicaid, mientras gastaba literalmente trillones de dólares en guerras frías y calientes.

Esta vez se contará con poco o nada de dinero federal para cualquiera de esas cosas hasta que no cambie la política exterior estadounidense. El escenario más probable es que las áreas de gasto discrecional no-militar serán estrujadas inexorablemente antes que cualquier cosa detenga al reino de las ambiciones de superpotencia que tenga los Estados Unidos.

La época post 9/11 del imperio americano se cerrará, no de un gran golpe, pero con un gimoteo, sofocada por las leyes de la aritmética, las limitaciones de las finanzas públicas y las obligaciones de la deuda externa. Lo que aún queda por determinar es cuánto pagará los Estados Unidos -tanto en vidas perdidas y arruinadas, como en cuentas para las generaciones futuras- y cuántos enemigos se hará en el mundo antes de asumir la realidad.


Mark Weisbrot es co director del Center of Economic & Policy Research, en Washington, D.C.

Editado por Patricia O’Connell 

 

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